Ayer desayunamos con la noticia de la
muerte de Jorge Berra un joven estudiante, que viajaba en compañía de Jennifer
Ruiz Díaz, una modelo y amiga; el auto en el que se trasladaban quedó
totalmente deshecho, él venía de copiloto; falleció instantáneamente. La amiga,
se encuentra estable en el sanatorio Metropolitano, en espera del escenario
legal que será esclarecido una vez que se publiquen los resultados laboratoriales,
que indicarán si la joven modelo, manejó el rodado en completo estado de
ebriedad. De ser positivo el dictamen, esto podría derivar en una pena
privativa de libertad para la mujer.
Un paramédico de Emergencias Médicas,
en un momento dado había expresado lo siguiente: “Es impresionante la cantidad
de jóvenes que mueren en accidentes automovilísticos, y todo por manejar
borrachos, Paraguay se está quedando sin población joven”. Éste humilde
empleado de la salud, ve a diario cómo se truncan jóvenes vidas en accidentes
fatales. Desgraciadamente para estos sucesos ya no hay días ni horas fijos,
simplemente ocurren, como algo normal y hasta esperado.
Es habitual que en reuniones sociales
en general, esté presente el invitado de honor, ese infaltable personaje que
precede a las desinhibiciones descomunales que no escatiman en género, raza o
estatus social; si, ese mismo, ese alcohol que se viste de gala según la
ocasión; mientras que en un cumpleaños es “cerveza” en una fiesta puede ser “tequila”,
claro sin mencionar las miles de variedades que siguen en la lista.
¿Acaso está mal, tomar? La pregunta
que se torna repetida entre los jóvenes, y la respuesta sigue siendo la misma, “todo
exceso siempre es malo”.
Me gustaría que esa mayoría entendiera
que nadie tiene la vida asegurada, que beber tan solo una latita de cerveza ya
infiere en los reflejos al conducir un rodado. ¿Qué quiere decir esto? Que si
uno tiene intención de beber, aunque sea “poco”, ya no debe manejar ni siquiera
una bicicleta. Entonces, ¿qué hacer? Poner en uso la frase “Conductor Designado”
(una persona responsable que se abstendrá de consumir alcohol en todo el tiempo
que dure la salida). Eso es respetar tu vida, cuidar a tus acompañantes y
honrar el derecho de vivir de otras personas.
¿A qué viene todo esto? A la alarmante
cifra numérica que va en aumento, números que indican la cantidad de muertes en
accidentes viales, y lo más preocupante… jóvenes… vidas jóvenes que terminan en
un segundo; todo por no asumir con responsabilidad lo que en principio es una
obligación… “cuidar la vida, aunque no sea la tuya”.
Basta de pensamientos infantiles e ingenuos
como “A mí no me va a pasar”, claro que te puede pasar, a cualquiera le puede
pasar. Tanto se reclama un cambio, una mejora a nivel país… pero en lo básico
seguimos fallando, continuamos con la tonta creencia: “A mí, no me va a pasar”.
Nuestra Obligación es crear un país
mejor, no con palabras sino con hechos. Es Responsabilidad
de todos asumir dicha obligación como un compromiso moral, es tiempo de dejar
la costumbre de beber irresponsablemente y empezar a “Tomar La Vida En Serio“. Ya
lo había dicho el escritor portugués José Saramago (1922-2010): “Somos
la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no
existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir.”