Estas líneas son dirigidas a aquellos padres que unidos en matrimonio dedican su vida a la educación de sus hijos.
Si bien aún no soy madre, soy hija y de acuerdo a mi experiencia me atrevo a expresar lo siguiente:
Cuando dos personas (un hombre y una mujer) deciden unir sus vidas con el sagrado sacramento del Matrimonio, prometen ante Dios y los hombres; educar en la fe y ...aceptar a cada hijo que Dios decida enviarles; en ningún momento se oye: “Si vos fulano traes el sustento a la casa ahí termina tu función, y vos mengana si te quedas en la casa tenes la obligación de educar y corregir a tus hijos, ya que es lo único que vas a realizar en todo el día y eso no es excusa para sucumbir al cansancio”.
En reiteradas ocasiones escuché la misma frase que ante el dejo de ignorancia se toma como una verdad universal: “Ella es su mamá, que se encargue de sus hijos, no hace nada más que estar todo el día en la casa. Yo tengo suficiente con salir a trabajar y mantenerlos a todos.”
Aquí es donde comparto mi experiencia, soy la tercera de seis hermanos. Cuando aún éramos 4 hermanos, mamá estuvo con nosotros todo el tiempo, ella se desempeñó como “ama de casa” mientras mi papá salía a trabajar prácticamente todo el día.
“Ama de casa”, pregunté a muchas personas cuál era la imagen que se les venía a la mente cuando escuchaban estas tres palabras, lo que resultó fue lo mismo: “La mujer que se queda en la casa para cuidar a los hijos. Es el trabajo menos estresante que existe”.
Desde que tengo uso de razón recuerdo a la “Ama de Casa” que nos crió a mi y a mis hermanos, a una mujer que se levantaba temprano aún si no dormía bien en las madrugadas por cuidar a uno de sus hijos enfermos, se encargaba prácticamente de todo, desde poner los uniformes de colegio de los mayores (5 y 6 años), lavar, planchar, fregar, cocinar, atender que los niños hicieran las tareas escolares y ser mamá tiempo completo. Y ahí no termina: Enfermera, Médica, Cuenta Cuentos, Compañera de juegos, Chef, Modista, etc. Sin respiro en todo el día.
¿Y mi papá qué hacía? Muy temprano, a las 6:30hs salía de casa en dirección a su trabajo, llegaba al medio día para almorzar, una hora justa, cuando se retiraba para de nuevo ir a la oficina, se tomaba el tiempo de llevarnos a mi hermano David y a mí a la muralla y nos decía que contáramos hasta diez para ver lo rápido que se iba corriendo a laburar para terminar cuanto antes sus obligaciones laborales y luego poder venir a casa y jugar con nosotros. Recuerdo que papá, aún cansado jugaba conmigo y con mis hermanos, no es dato menor repartirse entre niños de 6, 5, 3 y 2 años. Cuando al fin dábamos tregua a papá, él ayudaba a mamá para terminar lo que hacía falta hacer en la casa, por ejemplo: Doblar las ropas limpias, barrer, repasar el piso, extender las ropas, regar las plantas etc. Mis hermanos y yo crecimos con ese ejemplo, mis padres juntos siempre y siendo solidarios uno con el otro.
No todo era perfecto, como en toda familia, hubo momentos difíciles que se pudieron sobrellevar gracias al amor y a la entrega de uno por el otro.
Mamá y Papá se tomaron el tiempo en enseñarnos muchas cosas, cuando llegaron mis otros dos hermanos, mis padres trabajaban fuera de la casa, en ese momento y por medio tiempo, mis hermanos mayores cuidaban de los menores. Eso no hubiese sido posible si Papá y Mamá no nos hubiesen enseñado con el ejemplo que siempre, pero siempre uno tiene que poder dar algo por el otro, el cansancio jamás debe ser una excusa. Como siempre dice Papá: “Voy a descansar cuando me muera, mientras siga vivo voy a hacer lo que este a mi alcance, no le tengo miedo al trabajo”.
¿Por qué comparto esta experiencia? Porque creo necesario dar a conocer que, aunque los hijos cuenten con una mamá durante todo el día (lo cual es un lujo y una bendición hoy en día), los pequeños precisan de un tiempo de calidad con el papá que sale a trabajar y como todo ser humano puede cansarse.
Papás, que el cansancio no les separe de sus hijos, aprovechen ahora que son pequeños aún, incúlquenles valores con las palabras pero sobre todo con los HECHOS que son lo que finalmente los hijos vemos con mayor claridad. Que no sea el “CANSANCIO” el factor que provoque que sus hijos solamente los vean como un “querido proveedor” y cuando hacen alguna travesura, el “ogro que ronca fuerte”, eso no es respeto, es temor. Muchos creen que el temor es respeto, y no es así. Que ese CANSANCIO no se convierta en la excusa para entregarse a la COMODIDAD del descanso y que se vea la mamá con todo lo referente a la casa.
Para traer a los hijos al mundo, se necesitaron 2.
Y vuelvo a recalcar, ser “Ama de Casa” es un trabajo, quizás el más cansador de todos, y seguramente el más criticado y menos comprendido.
Tuve la bendición de crecer con un papá y una mamá que se amaron desde el principio, no solo de palabras sino con hechos, eso es amor, a pesar de todo el cansancio, de todo el dolor prima el amor y la renuncia por el otro, por la familia.
Papás, es importante ganar el pan de cada día, pero eso NO ES SUFICIENTE.
Atte: Una hija; Daia Cáceres.




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